Posicionamiento del Consejo Ejecutivo de Global Exchange sobre la salida de EU de Afganistán
El colapso de la ocupación estadounidense en Afganistán, y la huida llena de dolor hacia la salida de muchos de los asociados con ella, es un desastre humanitario anunciado.
El desastre se predijo justo después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, cuando nos organizamos y apelamos a la administración de George W. Bush para que NO respondiera con guerra e invasión, porque más asesinatos no iban a arreglar lo que estaba mal, y porque sería mucho más difícil salir que entrar.
Nuestros llamados para no ir a la guerra fueron rechazados hace 20 años. Barbara Lee, fue la única miembro del Congreso que votó valientemente NO a darle a George W. Bush la “autoridad para hacer la guerra” que usó para invadir Afganistán.
Ahora, en 2021, titular tras titular afirman que la decisión original de ir a la guerra fue apresurada y arrogante.
Veinte años de guerra en Afganistán (más Irak) han provocado cientos de miles de muertes sin sentido, divisiones innecesarias en nuestro país, agotamiento de recursos y demoras en la búsqueda de soluciones a asuntos urgentes como el cambio climático y muchos otros más. Nos alegra que las armas de muerte de alta tecnología finalmente guardaran silencio en gran parte de Afganistán. Pero eso no significa que nuestro país deba alejarse del desastre que hicimos.
La decisión de Biden de poner fin a la ocupación estadounidense fue correcta e impostergable. Alguien tenía que poner fin a la larga aventura imperial de Estados Unidos y asumir las consecuencias políticas. Y él lo hizo.
Es notable que la mayoría de los detractores de alto perfil de la retirada o los que critican la forma en que se lleva a cabo fueron partidarios en 2001 de nuestra frenética marcha contra Afganistán y la fantasía de ser constructores de naciones.
Mientras tanto, Barbara Lee y aquellos que se opusieron a esta debacle desde el principio hoy deben enseñar pacientemente a una nueva generación el por qué nunca más debemos librar guerras de ira que inevitablemente se vuelven crueles, amargas e inmorales, y por qué debemos hacer todo lo posible para ayudar al menos a algunas de las personas que esta desastrosa guerra ha dejado en peligro.
Debemos apoyar el otorgamiento de visas para las personas cuyo trabajo en nombre de la ocupación estadounidense ahora las pone en riesgo. Esperamos que cualquier ajuste de cuentas dure poco y que los talibanes resulten ser mejores gobernantes de lo que esperaríamos de la propaganda en tiempos de guerra. Mientras tanto, estamos obligados a ayudar. Y también debemos mantener nuestras mentes abiertas. Mirar cómo cambiar nuestras nociones de “enemigos” como fueron Japón, Italia, Vietnam y Filipinas, por nombrar solo algunos.